
Aunque a los 13 años pensaba que la música clásica e interpretar temas en violín "era una lata". Hoy agradece a sus amigos y familiares que la instaron a aprender a tocar un instrumento musical.
Y es que la violinista Isolda Muñoz Bórquez es una de esas profesionales que nunca está quieta. Siempre está estudiando y planteado desafíos en su ámbito laboral, lo cual impulsa con una determinación a toda prueba. Tanto es así que sus hijos Nicolás y Livit, son sus principales admiradores. En especial la pequeña de sólo un año quien incluso la acompaña a los ensayos que semanalmente tiene con los integrantes de la Orquesta Clásica de la Universidad Arturo Prat.
Isolda comenzó sus estudios de violín a los seis años en la Escuela de Música de la Universidad Católica de Valparaíso.
Posteriormente continuó con su aprendizaje en la Universidad Católica de Santiago. Debido a sus amplios conocimientos, la intérprete en la actualidad goza el nivel de noveno superior en la carrera de interpretación en mención violín.
ABURRIDA
¿Partir desde tan pequeña en el estudio de violín, fue lo que ocasionó que intentará dejar el instrumento en la adolescencia?
-A partir de los 6 años, mi padre me inculcó el gusto por el violín. Sin embargo con el paso del tiempo y como adolescente comencé a tener otros gustos, pues eran cuatro horas de estudiar música. Estaba cansada.
¿Y cómo retomó sus estudios?
-Lo que pasa es que me aburrí y comencé a tocar junto a un grupo instrumental andino, el que incluso tocaba en la calle. Fueron justamente ellos, los "Koirón", los que me convencieron de seguir con los estudios. Lo que me llevó incluso a ser una de las violinistas de la Filarmónica de la Universidad de Chile y en muchas otras instituciones.
¿Un violinista siempre debe estar estudiando?
-Claro que sí. Yo partí muy chica ya estudiando en escuelas universitarias, y además gané muchas becas en las que seguí perfeccionándome como la que me entregó la Agrupación Beethoven. Además la Fundación Andes también me entregó la posibilidad de estudiar dirección orquestal en Argentina y estudié administración musical y dirección de orquesta con el profesor Fernando Rosas.
TALCA
La mayor parte de su vida la desarrollo entre Santiago y Valparaíso entonces ¿cuándo llega a Iquique?
Bueno, después de vivir en Santiago y participar incluso hasta en el programa de televisión de Martes 13, decidí salir a regiones y me trasladé a Talca donde asumí el cargo de coordinadora de la Escuela de Música de la Universidad de esa ciudad.
Después quise salir de esa ciudad y comencé a ver la posibilidad de trabajar en el norte y aquí estoy, laborando en la Escuela San Antonio de Matilla y desarrollando el proyecto "Acercamiento lúdico metodológico a la música con párvulos de 4 a 5 años de edad. Financiado por la Pequeñas Iniciativas Culturales del gobierno regional.
¿Y en qué consiste ese proyecto?
-La idea es comenzar con los más pequeños y acercarlos a la música, para ello contamos con un xilófono que es de colores. Quiero que a través de los colores los pequeños aprendan las notas musicales. Es muy entretenido, además que estoy enseñando esa metodología a los apoderados y educadoras de los jardines. Es una iniciativa que me encanta.
¿Pero además usted es la concertina de la orquesta clásica de la Unap?
-Sí estoy muy contenta con aquello aunque el trabajo que hacemos todos los músicos y el director de la orquesta, es prácticamente por amor al arte. Tanto así que a veces no podemos ni ensayar porque no todos tienen dinero para la movilización. Es complicado pero seguimos adelante.
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